Mi abuelo no dejó su pueblo. Aún vive en aquella casa
de habitaciones amplias y luz generosa. Por las tardes sale con el único
interés de saludar a los vecinos, encontrar un lugar en la cafetería del parque
principal y pasar las horas y el calor. De noche juega parqués con los
amigos, recorre las calles de sus recuerdos y sigue con voz ronca no sé qué
melodías de guitarra y aguardiente.
Cuando llega a casa, piensa en la abuela. A veces lo
siento triste. La contempla, le canta y la busca al dormir. Yo lo he escuchado
dedicarse a ella en sus palabras.
Mi abuelo sigue en ese otro pueblo, no reconoce las
fotografías y los relatos de la historia. Es costumbre cerrar la ventana de su
habitación cuando duerme. Con el frío de esta ciudad puede enfermarse y no
quiero que deje de soñar con la abuela y olvide su tiempo de caminatas y
parqués.
No hay comentarios:
Publicar un comentario