Escuchamos la emisión de la
CILE. Es casi medianoche y recordamos
ciertas situaciones. Acá transcribimos lo que dice la voz inolvidable, la voz
integradora y desinfectada del Informante:
“Faltando menos de media hora,
anuncio la planilla de interés. Sabemos que este proyecto es imperante para
establecer la salud mental de los ciudadanos. Damos a conocer 80 unidades
problemáticas por día. Pronto serán limpiadas e integradas.
Si usted, Aletrado, escucha
este mensaje, congratúlese, entrará a nuestro programa social. Somos pacientes
con la contradicción. La CILE está presente y es rigurosa. Una minoría no podrá
acusarnos de desaparición. La política de transparencia del Gobierno Central
hace uso de los medios para informar sobre los faltantes por dar de alta.
Damos entonces la lista de
aquellas 80 unidades problemáticas. No se preocupen en salir de las casas, ni
en recibirnos en la puerta. Ya lo saben radioescuchas, al señalarlos, solo es
cuestión de segundos. Ya estamos en el lugar.
Iniciaré con las categorías
ilegales. Primero los pregoneros literarios y los musicalistas. Luego, los
traficantes de vocablos. Terminaré con los casi extintos defensores de la tradición
oral.”
Hasta ahí las palabras del
Informante. No daremos información de los acusados. Algunos de nosotros no
pueden sobrellevarlo aún. Recuerdan esa noche cuando un padre, una madre, un
abuelo o hermana los observaba al escuchar su nombre y ver una unidad de la FUR
entrando en la casa. Ninguno podría escapar después del anuncio de la lista.
Optamos por la clandestinidad. La memoria de estos tiempos es nuestro objetivo.
Lo que ahora está pasando en alguna parte de la ciudad debe escribirse.