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martes, 1 de marzo de 2011

Leyenda Urbana

Según cuentan los hombres nocturnos en busca de un amor casual, y las divinidades esquineras en espera de unos billetes para revivir la juventud de los mortales, en las calles de la zona sur deambula un ser imposible de definir por género. Aquel, resumidas las versiones, es tan hermoso que causa terror
Trabajadoras del lugar lo aseguran: no hay manera de amarle a falta de imperfecciones en su físico. Reiteran, además, no saber “a ciencia cierta” si es hombre o mujer. Esa cualidad lo hace más bello, admiten ebrios y niñas principiantes del sector, y agregan haberlo visto recorrer un parque no muy lejano y rayar con una tiza las paredes de las casas de un barrio. Dibuja, dicen los testigos, tras una mueca nada disimulada, “ecuaciones del Baldor”.
Expertos en ciencias duras, luego de realizar un estudio de las ecuaciones escritas en aquellas paredes, decidieron dar por incoherentes y falaces las argumentaciones y estructuras propuestas. No duró mucho el debate sobre la posibilidad de estar ante las proezas de un genio reciente o ante la burla de algún “atolondrado de la facultad de humanidades”, por lo cual hicieron llegar a la Secretaría de Salud del Gobierno Municipal una petición donde pedían la pronta captura de un “enfermo mental peligroso sin ningún aval académico de genio excéntrico”.
Días antes de que el Instituto de Sanidad Mental diera lo encontrara e internara en la Clínica Psiquiátrica, donde permanece aislado y en minucioso tratamiento, intenté hablarle en una noche de tantas al visitar la zona sureña. Dejaba inscrita una de sus habituales fórmulas en un andén, cerca de un grupo de Chulos y Malandrines desembocados en la ternura y los lloriqueos al observarlo.
Sus rasgos son fascinantes. En realidad no es posible definirlo entre hombre o mujer. Esa noche vestía una camisa y un pantalón sin forma. Andaba descalzo y daba la sensación de olvidar el baño matutino, aunque olía a sahmpú Denorex. En sus ecuaciones dibujó un ocho acostado. “Esta es mi última tiza”, me dijo con una voz de niño perdido cuando la barrita blanca se le quebró por tanta presión contra el cemento.

El símbolo hecho, luego de investigaciones rigurosas, define la palabra infinito. Pronto la Clínica Psiquiátrica le realizará un examen físico y mental completo. Hasta  ahora, el único descubrimiento en el paciente son dos protuberancias cicatrizadas en su espalda, de las cuales, según deducciones científicas, colgaba algo que al parecer alguien arrancó.

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