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miércoles, 27 de agosto de 2014

Señal de N

Nacianceno Vargas vio la primera página del periódico. Buscó la sección de política y judicial e hizo un movimiento afirmativo con la cabeza. Solo una letra de imprenta se asomaba en aquel papel limpio, una isla inmersa en el océano. Imaginó la sala de redacción vacía, desprendida de su lógica diaria, como si llegara una huelga o las vacaciones anuales.
Sucedió así, suponía, y poco le importó, aún siendo un fiel lector noticioso antes de salir al trabajo. No había otra consideración que bañarse, vestirse, tomar el café, doblar el diario bajo el brazo y caminar con ningún gasto de letras completas sobre la calle del sol ritual, donde no le pareció extraño ignorar el precio del dólar, la temperatura de la ciudad, los balances de las empresas. Al doblar en la esquina no era relevante la ausencia del vendedor de diarios, que debió dejarle el suyo en la puerta de su casa. Tampoco el olvido de saludo del vecino y la falta de los autos aparcados en lugares prohibidos.
Si bien pudo llegar a la estación del metro, encontrarla cerrada no lo irritó. Menos el no cruzar palabra alguna con sus compañero de trabajo, quienes siempre llegaban por la cuadra cercana a la venta de tamalitos y atole. Las hojas noticiosas sin noticias seguían bajo el brazo, y cuando supuso que en ese día no habría jornada laboral, decidió escapar hacia un espacio abierto. Hojeó el periódico, reiteró, y cruzó la calle sin fijarse en los cuatro carriles y las señales de doble vía. En la entrada a la Alameda del Centro Histórico veía sillas despejadas a cada lado, buscó la más cercana a la Avenida Juárez. Médula del parque o periferia eran lo mismo.

Y de nuevo leer la letra N, admitiendo un gusto particular por el descenso de palomas para comer maíz, aunque ni anciano con bolsa de semillas, ni mujeres llevando a sus hijos al colegio, ni hombres de corbata asustados, ni claxon de taxi o bus repleto de jóvenes colegiales, aparecían. Era la N impresa, y él tan cerca, leyendo de cualquier forma la única lucidez despierta en una historia donde podría aburrirse en la nada, igual a la letra, tatuado en medio de una ciudad flotante y vacía.

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