Un hombre le vendió a Duván su
bliblioteca personal porque los “ángeles” se lo ordenaron en un sueño. Esa
colección terminó distribuida en los anaqueles de la Librería Mito.
En casas del centro de Pereira iniciaba
la búsqueda de libros. Eran ejemplares exhibidos en una ventana, apilados en un
rincón o amontonados sobre una mesa donde parecían montañas de una maqueta cuyo
tema pudo ser un paisaje rocoso. A las librerías llegaron novelas con dedicatorias
escritas en las portadas o anotaciones hechas en los márgenes de sus páginas. La Mito fue parte de esa ruta lectora de
universitarios y románticos del papel amarillo, y Duván, un joven sacado de algún
concierto de Sui Generis, se
convirtió en su librero.
La Mito inició
en 2006, en la casa esquinera de la carrera 5 con calle 26. Duván ofrecía obras
literarias de Oveja Negra y Seix Barral, enciclopedias
incompletas, ediciones viejas de Selecciones
y El Malpensante y folletos para aprender a tejer. Su oficio radicaba en el
copyleft, decía, en la distribución libre del conocimiento. Por ello sugería acercarse a autores como Raúl
Gómez Jattin, Pablo Neruda o Julio Cortázar a través de audiolibros descargados
de internet. También promocionaba el cine documental e “independiente”, y tenía
activa una fotocopiadora sobre la cual su gata, Dotora, dormitaba.
Pero en 2009 llegó La Librería Nacional a la ciudad, luego abrió la Panamericana. Apareció un catálogo de novedades editoriales que
ilusionó a los lectores pereiranos. Entonces algunas librerías del centro, como
La Mito, cerraron, y sus libreros,
esos estudiantes de literatura o bibliófilos veteranos, dejaron de comprar
bibliotecas personales.
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