Vive
en las calles. Un tercio de su hígado pereció de tantos viajes nocturnos al bar
que nunca cierra. Mantiene la costumbre insana de querer llegar antes que el
tiempo. Prefiere al punto sobre la coma. Le encanta ser inoportuno y descubrir
que no lo quieren, ha hecho bien su oficio. Piensa que cualquier caso tiene una
pregunta necesaria y una respuesta lógica. El ocio y el trabajo le parecen
iguales. Es adicto a la incredulidad. Refutar a la Real Academia de la Lengua
lo haría un hereje, pero tendría algo de héroe. Conoce de memoria los posibles
conectores gramaticales. Sabe que existe un Manual pero no lo ha leído. Percibe
la realidad dentro de una caja de anfetaminas. Duerme como Argos. Olfatea lo
secreto. Detesta los horarios básicos. Reconoce la posibilidad del no lucro. Define
a sus maestros con el humo del cigarrillo, la máquina de escribir, el mal humor
por el cierre dentro de media hora y un divorcio encima. Maldice la parsimonia.
Le gusta correr aunque no hace ejercicio. Mira a los ojos aun sintiendo
confianza. Viste con defectos de pulcritud. Muere queriendo nunca pensionarse.
Le gusta coleccionar nombres y teléfonos. Le daría temor vivir en paz. Quiere
tumbar a un presidente. No tiene problemas de dinero porque no tendrá el
suficiente. Ser amenazado o exiliado es una condecoración. Vomita cada fin de
semana. Es impulsivo. Impaciente. Inflamable. Deshonesto consigo mismo pero no
con el mundo. Maniático de párrafos de cinco renglones y perteneciente a un
gremio de voces que apagan día tras día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario