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martes, 22 de marzo de 2016

Vindicación mínima de la caminata

Hay un oficio olvidado por los protocolos académicos y los cursos empresariales. No tiene un título válido en papel de buen gramaje y con sello de alguna secretaria de educación. Los centros de investigación proponen su aparición como una casualidad en las metodologías etnográficas. No hay universidad que lo valide, no hay facultad en contra de las rectorías. Es, según eruditos acartonados y negociantes plastificados, un vínculo con la deshora y los atracos nocturnos.
Sin una finalidad para aplausos y celebraciones en restaurantes, el errar es un anonimato de quien desprende sus pasos en la ciudad  y no deja un hilo detrás suyo.

4 comentarios:

  1. Camino a diario mis pensamientos Abrazos

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    1. Es una buena forma de caminar sin algún final certero. Abrazos.

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  2. "El solitario es un caminador", apuntó nuestro escritor Rigoberto Gil Montoya, apreciado Eskimal. Y a fe que las suelas de nuestros zapatos confirman esa intuición.

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    1. Gustavo, además el solitario al caminar es aventurero. Entra en las sombras de las esquinas mal iluminadas, y le gusta saber qué encontrará. Va en contra de los mapas y los caminos fijos. Yo tengo la costumbre de tomarle una foto al par de zapatos que ya no da para más.
      Saludos.

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