Desconozco su ubicación, pero
frecuentaba esta plaza cada mañana. Antes de desaparecer, me dijo que era en la Biblioteca
Municipal donde dormía, donde la emprendía contra unos simbolistas y largaba a
un tal Verlaine y a un tal Rimbaud a la mierda.
Yo no recuerdo bien sus
poemas, eso no me gusta mucho, aunque leí unos cuantos, muy discriminados por la crítica. Ahora me vienen dos a la mente. Uno, escrito en un papel higiénico
porque no tenía donde más,
dice “Agua”. El otro lo redactó
en una hoja que le pasé:
“Luz”. Escribía acá en el parque y regalaba su obra sin cobrar, pero la
gente botaba el poema al doblar la
esquina. Cierta noche el
Gremio Oficial de Poetas visitó la
Biblioteca Municipal,
cosa insólita, por cierto. Querían hablarle, insultarlo,
amenazarlo,
quemar
su trabajo
en frente suyo. La siguiente mañana lo vi, fue la última vez. Buscaba desaparecer, dijo, por completo, recalcó. No volvería a tomar la pluma, nada de música, nada del absurdo
llamado
vida.
Hasta ahí tengo
conocimiento. Desconozco
su ubicación, aunque
el Gremio Oficial de Poetas le dio un lugarcito en la muestra de escritores
regionales exhibida en la Casa de la Cultura.
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