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miércoles, 15 de abril de 2015

REC

Mi abuela no desprendió la mirada de la lucecita roja.
=Son botones y brillos diciendo qué hacer -dijo para tragarse el disgusto por un paso más de la tecnología.
–Es la cámara –resalté, tratando de restarle interés al tema.
–¡Ah!, el aparatejo.
El “aparatejo” lo traía conmigo pensando hacer un video con la abuela. Una idea tipo documental para la familia, donde registraría el inicio de árbol genealógico. Sería la memoria de esa mujer con algo de Homero y juglar vallenato recorriendo el mundo. Así que en una de las muchas visitas anteriores le propuse filmarla y ella supuso un augurio: “Por qué tenerme en una pantalla si aún puedo despertar”. Pero el día que no desprendió la mirada de la lucecita roja calló sus maldiciones y dejó correr su voz de mañanas junto al café, se acomodó en el sillón y me observó.
–Está bien, Luis –dijo–. No lo apagues.

La abuela volvió al buque que alguna vez admiró en Buenaventura. Yo apreté REC.

6 comentarios:

  1. Conmovedor estimado Eskimal. Traes de regreso la nostalgia de nuestros muertos. Las abuelas. Quien tuviera una todavía.

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    1. Carlos, ha de ser muy agradable el haber conocido a los abuelos, disfrutarlos cuando pasaban por este mundo. No me tocó a mi.
      Abrazos.

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  2. me encantó tu texto

    lleno de melancolia

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    1. Gracias Mucha. Espero que te gusten los próximos.

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    2. Gracias Mucha. Espero que te gusten los próximos.

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  3. me encantó tu texto

    lleno de melancolia

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