Dioselina Tibaná consiguió una franja de opinión en la televisión pública de Colombia. La contrataron en ¡Quac, el noticiero! para comentar las recetas del poder desde la cocina de la Casa de Nariño. Dioselina Tibaná, asesinada el 13 de agosto de 1999 en una calle del barrio Quinta Paredes de la ciudad de Bogotá, fue cocinera y consejera presidencial.
Dioselina informó
sobre las habladurías de esa casa alejada de todo conflicto. Llegó a ser tan
popular que en 2016 la dibujaron en una pared de la Avenida Calle 26. Dioselina
se hizo mural luego de las pintas del colectivo MAL Crew. En esa serie de
bloques puestos uno sobre otro, uno al lado de otro, abrió sus manos
tridimensionales y dijo “La paz a fuego lento”. Lo dijo detrás de un alambre de
púas, rodeada de un prado de la sabana, después de un NO en un plebiscito cuyo
objetivo era una palabra ausente en el país.
Pero Dioselina
también fue Godofredo Cínico Caspa, abogado de la ultraderecha, Néstor Elí,
vigilante del edificio Colombia, Heriberto de la Calle, lustrabotas de
trajeados urgidos de votantes y poder, y Jaime Garzón, humorista amenazado de
muerte.
Antes de
Dioselina, el MAL pintó a Jaime el humorista en la misma pared. Primero fue
grisáceo, luego tuvo color y mazorcas alrededor. “Hasta aquí las sonrisas, país
de mierda”, mentó, y dijo “mierda” porque el 13 de agosto de 1999 fue eso.
Aunque ahora ya no están ni Jaime ni Diocelina en la Calle 26. Sus imágenes se
transformaron en Heriberto el lustrabotas. Ahora es él quien saluda al
caminante, ciclista y usuario apretujado del Transmilenio. La risa, los lentes
y las mazorcas de Jaime, las manos y la cocina de Dioselina son los ojos y la
boca arqueada de Heriberto. Eso me han dicho, yo no lo he visto. La última vez
que caminé esa avenida de Bogotá fue en 2017 y todavía estaba Dioselina. La
encontré sin saberla en la pared, pero la reconocí, y cuando una colombiana o
colombiano la reconoce, susurra las dos primeras estrofas de ‘Canela’, aquella
salsa cantada por Jaime en un programa de entrevistas. Entonces algo se siente
muy lejano todavía.