La nota sobre la pared
decía: Espere aquí, abriremos pronto.
Quien la leyó esperó. Debió recostarse contra el muro y prender un cigarrillo
para poder suspirar y mirar el reloj de mano. En casa comprenderían el retraso.
Nada más urgente había en el día aparte de esas dos oraciones en letra cursiva
y separadas por una coma.