La nota sobre la pared
decía: Espere aquí, abriremos pronto.
Quien la leyó esperó. Debió recostarse contra el muro y prender un cigarrillo
para poder suspirar y mirar el reloj de mano. En casa comprenderían el retraso.
Nada más urgente había en el día aparte de esas dos oraciones en letra cursiva
y separadas por una coma.
Ese podría ser el mensaje perfecto escrito a las puertas del cielo. De cualquier cielo,apreciado Eskimal.
ResponderEliminarHasta del cielo de los préstamos financieros, maestro. Que si abren las puertas, luego las cierran para nunca dejar salir al finado.
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