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jueves, 27 de enero de 2011

De zapatillas y señales

Con el nombre anterior, algo ya escrito para los míos en Colombia. Ahora es un saludo y alegría para los míos en México, Veracruz, Colombia, periodistas. Gracias.


Vive en las calles. Un tercio de su hígado pereció de tantos viajes nocturnos al bar que nunca cierra. Mantiene la costumbre insana de querer llegar antes que el tiempo. Prefiere al punto sobre la coma. Le encanta ser inoportuno y descubrir que no lo quieren, ha hecho bien su oficio. Piensa que cualquier caso tiene una pregunta necesaria y una respuesta lógica. El ocio y el trabajo le parecen iguales. Es adicto a la incredulidad. Refutar a la Real Academia de la Lengua lo haría un hereje, pero tendría algo de héroe. Conoce de memoria los posibles conectores gramaticales. Sabe que existe un Manual pero no lo ha leído. Percibe la realidad dentro de una caja de anfetaminas. Duerme como Argos. Olfatea lo secreto. Detesta los horarios básicos. Reconoce la posibilidad del no lucro. Define a sus maestros con el humo del cigarrillo, la máquina de escribir, el mal humor por el cierre dentro de media hora y un divorcio encima. Maldice la parsimonia. Le gusta correr aunque no hace ejercicio. Mira a los ojos aun sintiendo confianza. Viste con defectos de pulcritud. Muere queriendo nunca pensionarse. Le gusta coleccionar nombres y teléfonos. Le daría temor vivir en paz. Quiere tumbar a un presidente. No tiene problemas de dinero porque no tendrá el suficiente. Ser amenazado o exiliado es una condecoración. Vomita cada fin de semana. Es impulsivo. Impaciente. Inflamable. Deshonesto consigo mismo pero no con el mundo. Maniático de párrafos de cinco renglones y perteneciente a un gremio de voces que apagan día tras día.

domingo, 16 de enero de 2011

Telaraña Delilah

Cuando Delilah escucha una historia, un cabello suyo crece. Sale un personaje de alguna narración para tejer una red de telaraña en su cabeza, una representación capilar de esas letras de cuento que es y sea difícil de olvidar. Ahora hay un cabello colgando. Delilah recuerda periplos y rostros y amantes y asesinos tan rápido y en ese orden al peinarse. Delilah escucha una historia y se mira en el espejo, se deja ir en la profundidad de su red de telaraña donde el peine se pierde en escalada y hay alguien frente a una máquina de escribir, alguien imagina a una mujer cuidando de su cabellera donde una historia crece.

jueves, 6 de enero de 2011

Escuchajirafas

Esa inútil espera para escuchar a las jirafas ha terminado. La jornada de Reader´s Digest y café es un rigor pretérito si quería por lo menos oír un suspiro. No pase noches en el zoológico o frente a un documental Discovery comprado en puestos de revista. Lo aseguramos: no alcanzará ni a percatar sus pasos.
Conocemos el rostro inerme del insistente consagrado. No en vano tenemos décadas de experiencia en el oficio y una serie incontable de clientes satisfechos, tanto en República Checa como en Antártida. Si usted es un coleccionista de sonidos, asiduo aventurero del oído o enérgico hacedor de campañas fenomenales, deje atrás los gastos en libros de audiología animal o en activistas de la WWF, el Escuchajirafas calmará sus perturbaciones invasivas y promoverá el empleo de su grabadora de voz.
La ejecución no es de otro mundo. Solo accione el interruptor de una pequeña caja receptora de estímulos musculares, de un centímetro por un centímetro, que contiene la potencia suficiente para modular el tono de estos mamíferos y, ¡listo! Los avances con la dieta vegetariana, o la respuesta al por qué no emiten sonido sin el Escuchajirafas pasarán del silencio a un diálogo en nuestra lengua con nula dificultad fonética. Basta instalarlo en la parte suroccidental de la laringe del ejemplar elegido, introduciéndolo por la boca y evadiendo en la operación el mínimo contacto con las fibras de los cartílagos, luego, claro está, de liberar una estampida de animales depredadores que cause preocupación en la jirafa y ayude a dilatar sus músculos. Sea cuidadoso en este paso, recomendamos consentirla ante una posible huida
Instalado el dispositivo, sugerimos utilizar una escalera, herramienta esencial que le traerá mejor calidad auditiva al apoyarla contra un árbol, del cual el artiodáctilo en cuestión posiblemente coma, con la intención de ascender hasta la boca del ejemplar, poner su oído cerca y escuchar, teniendo voluntad por parte de los dos, un hola nervioso o la digresión sobre el peligro de soltar depredadores sin previo aviso.

El Escuchajirafas no incluye baterías. No sirve en peces de acuario ni en osos perezosos.