Martín, en el último
madero de la biblioteca, sobre una caja de zapatos, envuelto en papel celofán,
encontrarás un reloj de arena. Olvida al anciano que cuidas mientras su familia
aventura un paseo dominical. Ellos necesitan libertad, y tú eres el elegido
para compartir el mutismo de ese patriarca ausente.
Pero olvídalo, busca el
reloj. Busca una butaca en la cocina, aparta la caja de zapatos, toma esa pieza
nada común fuera de una película fantástica, desenvuelve el celofán y dirígete
hacia la sala donde el “vegetal”, como lo llamas, no objeta tu interés por ver
en televisión el resumen futbolero.
Detalla los adornos en
bronce de la estructura: el signo infinito grabado en los bordes del cristal
que contiene aquellas partículas lejanas. No escuches al comentarista rabiar
tras una falta dentro del área. No le prestes atención a la agitación del
anciano cuando la arena llega a la boquilla y empieza a filtrarse. Quizá
piensas en los días universitarios unidos a esa caída, en una novia, tal vez la
primera, en la familia, en alguna discusión, en la casa, en un recuerdo de
infancia. El tiempo pasa, Martín, lo sé, en él perdemos todo. Ahora intentas
deletrear tu nombre mientras el desierto encapsulado lo cubre. Al descender el
último grano mira el reloj sin pestañear, otórgame ese capricho, y voltéalo,
reinicia su labor.
Escucha, ¿puedes?, el
comentarista canta un gol. Ahora cambiaré de canal.
Un relato impecable, amigo, con grandes dosis de realidad y muchas pinceladas de magia literaria.
ResponderEliminarPor cierto, nunca tuve un reloj de arena, cuando vea alguno, me lo compro. Debe ser lindo verlo en el escritorio marcando el paso del tiempo con pequeños granos.
Un abrazo.
HD
Es interesante un reloj de arena, porque es como un objeto mágico, no sé la causa, en realidad, pero siempre nos intriga. Yo tenía uno que me regalaron en un farmacia. Abrazos.
EliminarPrimo tus historias, tan cortas como entretenidas... YO NO QUIERO SER COMPOSITORA, QUIERO SER MAQUINISTA :D
ResponderEliminarPrima, si están cortas, haber cuando me aviento una larga, sin albur claro.
EliminarBien captado el hecho de que los objetos reultan poseer tanto simbología como simbiosis con su propietario.
ResponderEliminarMezclado con la fórmula del Imperio Romano;"al pueblo dénle pan y circo", que actualmente se provee por medio del futbol.
Los políticos van aprendiendo sistemas de control de población a través de la historia.
Nos toca a las personas recuperar una auténtica presencia de la gente a través de la televisión, para que exista una auténtica libertad de expresión, y con voz propia del pueblo, y no de los consorcios que manipulan la mentalidad de masas para sus propios fines y el dominio de un sistema infuncional. Vean lo que ocurrió con las elecciones.
Hay que abrir canales donde se rebase la producción de un grupúsculo de favoritos y desviados serviles.
Carlos, pero esos canales creo se está forjando en lo alternativo, bueno, creo siempre han estado ahí, lo malo es que no sabemos como aprovecharlos de la mejor manera.
EliminarLos relojes de arena tienen algo que te hipnotiza, al menos a mí me sucede, quizás el deslizar de la arena de un lado a otro me hace más evidente el paso del tiempo.
ResponderEliminarGracias por tu visita y en cuanto a lo que el relato esconde parece que pocos lo han captado, la protagonista esta muerta y la casa de la que habla es su nicho, de ahi la posición y que vive sola y la pista del principio..al final( de la vida) lo he conseguido.
Saludos.
Pues confieso Gloria que no me habìa percatado del todo sobre la idea de tu relato. Me pareció extraño que le regalaran a la chica flores para muerto, aunque no llegué a la conclusión que tienes.
Eliminarentre las diversas cosas que vuelven locos a los escritores se encuentran:
ResponderEliminarmaquina de escribir.
reloj de arena
candelabro
fenomenal historia.
Vaya, el candelabro no me lo había imaginado, pero será interesante ver qué puede escribirse sobre este objeto. Gracias por la visita.
Eliminar