Vive
en las calles. Un tercio de su hígado pereció de tantos viajes nocturnos al bar
que nunca cierra. Mantiene la costumbre insana de querer llegar antes que el
tiempo. Prefiere al punto sobre la coma. Le encanta ser inoportuno y descubrir
que no lo quieren, ha hecho bien su oficio. Piensa que cualquier caso tiene una
pregunta necesaria y una respuesta lógica. El ocio y el trabajo le parecen
iguales. Es adicto a la incredulidad. Refutar a la Real Academia de la Lengua
lo haría un hereje, pero tendría algo de héroe. Conoce de memoria los posibles
conectores gramaticales. Sabe que existe un Manual pero no lo ha leído. Percibe
la realidad dentro de una caja de anfetaminas. Duerme como Argos. Olfatea lo
secreto. Detesta los horarios básicos. Reconoce la posibilidad del no lucro. Define
a sus maestros con el humo del cigarrillo, la máquina de escribir, el mal humor
por el cierre dentro de media hora y un divorcio encima. Maldice la parsimonia.
Le gusta correr aunque no hace ejercicio. Mira a los ojos aun sintiendo
confianza. Viste con defectos de pulcritud. Muere queriendo nunca pensionarse.
Le gusta coleccionar nombres y teléfonos. Le daría temor vivir en paz. Quiere
tumbar a un presidente. No tiene problemas de dinero porque no tendrá el
suficiente. Ser amenazado o exiliado es una condecoración. Vomita cada fin de
semana. Es impulsivo. Impaciente. Inflamable. Deshonesto consigo mismo pero no
con el mundo. Maniático de párrafos de cinco renglones y perteneciente a un
gremio de voces que apagan día tras día.
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jueves, 27 de enero de 2011
De zapatillas y señales
Con el nombre anterior, algo ya
escrito para los míos en Colombia. Ahora es un saludo y alegría para los míos
en México, Veracruz, Colombia, periodistas. Gracias.
domingo, 16 de enero de 2011
Telaraña Delilah
Cuando Delilah escucha
una historia, un cabello suyo crece. Sale un personaje de alguna narración para
tejer una red de telaraña en su cabeza, una representación capilar de esas
letras de cuento que es y sea difícil de olvidar. Ahora hay un cabello
colgando. Delilah recuerda periplos y rostros y amantes y asesinos tan rápido y
en ese orden al peinarse.
Delilah escucha una historia y se mira en el espejo, se deja ir en la
profundidad de su red de telaraña donde el peine se pierde en escalada y hay
alguien frente a una
máquina de escribir, alguien imagina a una mujer cuidando de su cabellera
donde
una
historia crece.
Etiquetas:
Cuento.
Ubicación:
Córdoba, Ver., México
jueves, 6 de enero de 2011
Escuchajirafas
Esa inútil espera para escuchar a las
jirafas ha terminado. La jornada de Reader´s
Digest y café es un rigor pretérito si quería por lo menos oír un suspiro.
No pase noches en el zoológico o frente a un documental Discovery comprado en puestos de revista. Lo aseguramos: no
alcanzará ni a percatar sus pasos.
Conocemos el rostro inerme del insistente
consagrado. No en vano tenemos décadas de experiencia en el oficio y una serie
incontable de clientes satisfechos, tanto en República Checa como en Antártida.
Si usted es un coleccionista de sonidos, asiduo aventurero del oído o enérgico
hacedor de campañas fenomenales, deje atrás los gastos en libros de audiología
animal o en activistas de la WWF, el Escuchajirafas calmará sus
perturbaciones invasivas y promoverá el empleo de su grabadora de voz.
La ejecución no es de otro mundo. Solo
accione el interruptor de una pequeña caja receptora de estímulos musculares,
de un centímetro por un centímetro, que contiene la potencia suficiente para modular
el tono de estos mamíferos y, ¡listo! Los avances con la dieta vegetariana, o
la respuesta al por qué no emiten sonido sin el Escuchajirafas pasarán del silencio a un diálogo en nuestra lengua
con nula dificultad fonética. Basta instalarlo en la parte suroccidental de la
laringe del ejemplar elegido, introduciéndolo por la boca y evadiendo en la
operación el mínimo contacto con las fibras de los cartílagos, luego, claro
está, de liberar una estampida de animales depredadores que cause preocupación
en la jirafa y ayude a dilatar sus músculos. Sea cuidadoso en este paso,
recomendamos consentirla ante una posible huida
Instalado el dispositivo, sugerimos
utilizar una escalera, herramienta esencial que le traerá mejor calidad
auditiva al apoyarla contra un árbol, del cual el artiodáctilo en cuestión
posiblemente coma, con la intención de ascender hasta la boca del ejemplar,
poner su oído cerca y escuchar, teniendo voluntad por parte de los dos, un hola
nervioso o la digresión sobre el peligro de soltar depredadores sin previo
aviso.
El Escuchajirafas
no incluye baterías. No sirve en peces de acuario ni en osos perezosos.
Etiquetas:
Crónica de humo.
Ubicación:
Córdoba, Ver., México
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