El afán por la primicia distinguía a los
redactores del diario. Poco ético dejar escapar un estornudo en un patio o la
llegada de Miguel Zamora a la estación Insurgentes un miércoles 23 de
septiembre de 1991. Presidente o Ministro no sólo eran política, también una
videografía completa sobre Dick Tracy
o las llamadas erradas a la tintorería pensando en la casa de campaña. En el formato
universal fue posible entregar la ciudad entera, desde sus millones de
calcetines hasta las reformas denegadas en 1984. Así se dio el empeño, letras
en moldes impregnadas en el diario, periodistas felices con sus ejemplares, era oficio en una gran página negra
por tanta explicación
de hechos seguidos y sin descanso, lado por lado,
claro está.
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