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miércoles, 2 de marzo de 2011

La casa blanca

Yo soy el único espectador de esta calle; si dejara de verla se moriría
Jorge Luis Borges
Caminata, Fervor de Buenos Aires

Para llegar a la casa blanca se cruza el puente de metal saliente de la Plaza Victoria. Usted la puede observar sobre una esquina carente de lógica urbana en Pereira. Según los niños, en su interior hay destinos subterráneos y puertas secretas. Los adultos dicen “Una bonita arquitectura. Acá arreglaban sombrillas”, y olvidan sus días infantiles. Lo cierto es que la ruta trazada en la ciudad por los constructores no ha podido tocarla, y la casa parece la persistencia de otro tiempo. Aunque las manchas que invaden las rejas y cubren las paredes, malogrando el jardincito y las escalinatas, hacen pensar en un posible final y ahí viene el progreso en línea recta con un edificio inteligente o la inauguración por parte del alcalde de una nueva estación del Sistema de Transporte Masivo.

2 comentarios:

  1. primo que gusto!!! nunca deje de escribir!!!es usted un buen cuentacuentos! saludos

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  2. Gracias Prima, y usted busque sus historias. No necesita de un periódico para contarlas.

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