Desaparecen los tiempos de puntos
suspensivos y globos de palabras. En
el Zócalo una serpiente de voces interpreta el enojo. Llega, también, el sueño
solar, y sobre las fachadas de la catedral
y los edificios que parecen un dibujo en papel, la luz intenta sostenerse ante la sombra reptante. Es el susurro iluminado,
calienta
el rostro y atrae; busca, indaga,
devela
las
efigies citadinas y poco
a poco se pierde en una calle. Presenciamos el fin del atardecer.
En el Zócalo de Ciudad
de México no son
multitud, no son
masa informe. Pero los símbolos de la gran serpiente bajan por las calles y se alejan con la tarde. Sólo quedan fotografías de turista y
anécdotas entre conversaciones de
la misma realidad.
Me gustó la forma de encarar el tema, yo creo que (mal que nos pese) no es patrimonio del Zócalo de la Ciudad de México, yo siento pulsar el mismo ritmo amenazador en diferentes lugares de América.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Claro Humberto, tenés toda la razón. Lo que pasa es que ese fue un momento muy interesante en el Zócalo, por eso allí lo situé. Quiens protestaban, casi todos del movimiento Yo Soy 132, Iban a ver por una pantalla gigante el último debate de los candidatos a la presidencia de México. Pero esas grandes marchas quedaron allí y poco a poco se fueron o fuimos olvidando y volvimos a una extraña normalidad donde las comentábamos como una anécdota más.
EliminarSaludos.
Concuerdo con Humberto e incluso lo amplío a algunos países de Europa, como España, que andamos de manifiesta en manifiesta porque nos están dando por todos lados.
ResponderEliminarEs la realidad mundial pese a quien pese.
Me alegró la conexión entre micro y música.
Saludos desde Tenerife.
Gloria, las manifestaciones están ya por todo el mundo. A veces es bueno sentirse vulnerable ante algún peligro para no estar tan en paz y sentir que nada malo podrá pasar. Hay que estar atentos.
EliminarAbrazos.
Me gusta tu blog Cada vez que arribo a tus letras aprendo abrazos
ResponderEliminarGracias, espero hayan más visitas.
EliminarUn retrato que impacta acerca de un país que no ha logrado sentir una auténtica sensación de ley y orden a través de tanta historia.
ResponderEliminarPor éso tantos de sus habitantes mejor lo siguen abandonando y estableciéndose aquí por ésa sed de justicia y de oportunidades que allá les niegan. Antes el mexicano emigraba menos porque la nostalgia se lo impedía, pero a través de las migraciones se ha establecido acá una población que suple ésas carencias nostálgicas, sobre todo alimenticias.
A cá en cualquier supermercado compras cajeta o nopalitos, salsa verde o hasta la rosca de reyes. En cualquier parte te hablan español y hasta el exámen de licencia de manejo te lo dan en ése idioma.
Ningún país es perfecto, pero aquí hay más paz y el que quiere y se dedica logra sus metas.
Me gustó el toque poético místico que imprimiste a la narrativa.
Gracias Carlos, y tienes razón, el país está en crisis y la migración es constante. No sé si es más que antes, igual el hombre es por naturaleza un nómada, siempre se ha movido, para él no hay límites ni fronteras, pero tampoco se le debe dar la espalda a lo colectivo, a lo que es nuestra raíz; si pensamos en olvidar nuestro lugar de origen, si lo descartamos, también lo hacemos con nosotros; hasta los más negativos y críticos piensan en su tierra. Salir y buscar mejor vida es válido, pero también debemos ser conscientes de que dejamos algo que debemos proteger, así sea con la memoria, y no olvidarlo en su destino. Yo soy colombiano Carlos, vivo en México y me encanta, no salí de mi país por problemas económicos. Lo mismo acá hay muchos estadounidenses.
ResponderEliminarSaludos.,