El 5 de junio de 2017 nació Emilio Puello
Vargas. Nació en Montería, una ciudad colombiana donde las iguanas orientan sus
pesquisas camufladas en el prado, y el río Sinú se hace arruyo nocturno antes de
desembocar en el mar Caribe.
En su casa, Emilio se preguntará por qué el
tambor es de cuero y el acordeón parece sonreír, escuchará la cocción del arroz
con coco a la hora del almuerzo y se hará simpatizante del ají en la arepa de
huevo. Intentará definir con gestos y onomatopeyas el sabor de una yuca o un patacón
bañados con suero costeño. Y cuando busque el campo, observará a los árboles
surgir de la tierra para poblar la sabana como si fueran fanáticos de las
mirandas hacia el horizonte
Pero ese es un futuro sin sarpullidos que
imagino en Emilio, una vuelta de hoja sin bordes doblados o café regado sobre la
letra de molde. Nada suyo puede ser un hombre tocando en una puerta al mediodía
porque en los clasificados de un periódico apareció una dirección y no había de
otra, paila. Emilio contradice esos momentos de corbata y tests psicológicos en
oficinas de recursos humanos carentes de ventiladores. Yo lo imagino con un
mapa en la mano mientras recorre la geografía bajacaliforniana, quizá a los 18
años, cuando venga a visitarme.
Me gustó mucho tu texto, hace mucho que no venía, has logrado un cambio muy positivo, a mi humilde modo de ver.
ResponderEliminarMuy bien.
Un abrazo.
HD
Hermano Humberto. Más que agradecer tus palabras, agradezco tu lectura y paso por estas historias. Y más que agradecer tu paso, agradezco que sigas escribiendo y alimentando tu blog. Saludos.
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