- Aquí estás –dijo el
viejo cuando la
mujer buscó lugar a su lado, en una de las bancas del parque, y apoyó la cabeza sobre su hombro izquierdo.
- Gasté mi vida
buscando este lugar –continuó al sentirla cerca–. Ignoré a los míos para mirar
la iglesia y los cuervos, el faro y la luz en el agua. Al leer el nombre del pueblo,
sabía que vendrías. Pero pierdo mis fuerzas, ya no soy el joven que te soñó.
Por lo menos no he cerrado mis ojos antes de dar contigo.
Ella sonrió. Buscó
verlo de frente, y el
viejo pudo completar
el rempecabezas de aquel asombro parpadeante y lejano de sus nostalgias
oníricas:
el
cabello enmarañado entre
la brisa, los
labios tatuados por la arena, los
ojos suplicando un mar. Con
un dedo delineó
sus
cejas, sus
mejillas, su
cuello. Ella se dejó tocar. Lo dejó llorar. Luego acercó su cuerpo al de él y
le susurró al oído:
-Ya podrás cerrarlos.
Déjame yo cierro tus ojos, déjame hacer mi labor.
Un momento mágico y minuciosamente elegido para el relato. Me gusta la expectación que crea el paso del tiempo en las visitas de ella. La busca de "un lugar en el mundo" ¿puede ser la de un momento en la vida?
ResponderEliminarAbrazos
Hola Susana, de nuevo por acà después de unas buenas vacaiones, genial. Pues Tecolutla es un pueblo playero muy intrigante que queda en el Estado de Veracruz, acà en México. NO recuerdo bien, pero su nombre tiene algo que ver con cuervos. Fui ocn mi novia y me gustó. Quise ambientar el cuento allí pues me llamó mucho la atención una noche en la que caminábamos por sus calles. Supongo que cada uno busca un sentido para su final, para el personaje era encontrar el amor de aquella mujer, quien también es su último respiro. Quizá es su momento en la vida, el único para el cual existió. Abrazos.
EliminarMuy exquisito relato que tiene destellos variados; como himno mortuorio, un decorado etéreo y la conclusión de una vida plena de añoranzas. Finalmente como se cierra el círculo en el cual su muerte se une a una encarnación de juventud.
ResponderEliminarPues Carlo, que buena idea pensar el cuento como himno mortuorio. El Personaje lo que buscaba, sin saberlo, era su final en este mundo. Esas eran sus imágenes en los sueños. Abrazos.
EliminarSiempre vuelvo a tus cuentos... esté donde esté... primo!
ResponderEliminarPrima, siempre vuelva y vuelva, desde donde esté.
EliminarNunca deja de sorprenderme la literatura, este relato me hizo viajar, amigo. Lo de himno mortuorio es un hallazgo de Carlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Genial que te haga viajar Humberto. Eso me alegra. Y sí, Carlos tuvo una idea genial de ver el relato como himno mortuorio, como otra patria, una patria rara pero muy cercana, a la que se le hace sus tributos de vez en cuando. Abrazos.
Eliminar