Mi Sargento se lo tomó
a mal. Cuando hicimos honores a los símbolos patrios olvidé el himno y no
limpié la bandera. Se dejó venir una vaciada y me envió solo a conseguir reservas para el grupo en las fincas como castigo. Él no duda si se
trata de su tierrita colombiana; por eso me encargó la zona donde nos
enfrentamos la
última vez. Fue difícil, y claro,
lo merecía, “apátrida de mierda”, sentenció Mi Sargento. No dormí en la noche:
recogí evidencias,
le cociné
a
los lanzas, lustré
botas,
levanté
campamentos. Aunque eso
no era
lo jodido, hasta fácil la veía. Lo jarto fue cavar los putos hoyos donde enterraremos a los campesinos que topamos
en la emboscada.
El Eskimal, las cuestiones incompresibles de las guerras, que sacan lo peor de las personas por defender una bandera que quizás no merece tales esfuerzos. Los que las provocan deberían ser los que lucharan en ellas, pero ya se sabe, que lanzan la piedra y se refugian en sus torres doradas.
ResponderEliminarUn buen relato para reflexionar.
Abrazos.
Si Don Nicolás, así pasa, no siempre los que luchan en el frente saben el por qué de lo que hacen, y se dicen patriotas. Abrazos.
EliminarMe encanta leerte gracias por seguirme
ResponderEliminarGracias por pasar, ahí nos estamos leyendo.
Eliminar¡Tremendo!, a veces los nacionalismos se parecen mucho guerras civiles encubiertas en que nadie está a salvo en ninguna parte. Lo de esos campesinos y como lo cuentas me dejó aterrorizada.
ResponderEliminarMe alegra que hayas solventado tus problemas técnicos y andes blogueando de nuevo :)
Un abrazo
Bueno Pilar, muchas veces escondemos algo oscuro dentro de los nacionalismos. No siempre es así, pero pensamos que cualquier acto es malo para el país, cualquier persona que sea contraria a cierta idea, cualquiera que esté en el lugar que no debe estar.
EliminarQué bueno! Estoy de acuerdo con lo que dice Pilar...
ResponderEliminarSaludos
Hola Eva Letzy, si, Pilar aporta algo importante sobre el nacionalismo, en exceso es pernicioso. Saludos y gracias por pasarte. Por tu blog también andaré.
EliminarMuy buena crítica escondida (bueno, no tanto) en el relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Humberto, el relato lo pensé en la celebración de independencia de Colombia. Ahora ¿cuántas veces no habremos cantado el himno al lado de alguien que con orgullo lo entona mejor pero que quizá tenga un pasado de violencia y corrupción en lo referente al país? Abrazos hermano.
EliminarUf, los mejores cantantes de himnos son los más peligrosos, prefiero los que lo murmuran desde su corazón limpio.
EliminarMás abrazos.
Así pasa Humberto, a veces la alegría, la alegría real, no es interior.
EliminarA veces, demasiadas, los más patriotas son los que mas odian a su pueblo, por lo menos a aquellos que no piensan o comulgan con sus ideales.
ResponderEliminarBuena y clara crítica a todos esos nacionalistas de golpes en el pecho y en la cabeza del que se tercie.
Besos de gofio.
Gloria, si, para ser nacionalistas, bueno, creo que un buen nacionalista debe ser un crítico de su patria, debe ver también lo malo y comprender que existen otras sociedades, otros países, y, de alguna manera, ser armonía con éstos. Abrazos.
EliminarLa Patria es sagrada primo, pero con diferentes perspectivas para todos!
ResponderEliminarSí prima, algunas perspectivas son tristes.
EliminarIntrsante relato me has hecho sonreir
ResponderEliminarBueno, genial que lo pudieras hacer. Abrazos.
EliminarHa sido una delicia conocer este bello blog, salgo encantado de él. Seguro que volveré. un saludo
ResponderEliminarGracias Carozo. Pues bienvenido siempre por acá, ahora también me pasaré por el tuyo. Un saludo.
EliminarUn placer leerle parcero.
ResponderEliminarParcerísimo, gracias, por dónde anda hermano, que nos han llamado para cubrir Tezonapa. Abrazos.
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