Los pasillos de la
Biblioteca Municipal fueron recorridos por personas en busca de libros. Me
parece absurdo disfrutar de un lugar donde repiten las letras, las palabras y
hasta las aflicciones.
Sólo hay confianza por preguntas y nombres muertos.
Fui su visitante
accidental. No diré cómo llegué a ese lugar de un tiempo frívolo, pero al
deambular entre las salas de lectura y las colecciones (“Sala de lectura
Vidales”, “Sala de lectura Tejada”, “Colección Chicana”, “Colección Poesía
Cósmica”) encontré una similitud con la memoria de los abuelos donde el polvo y los
anaqueles eran
recurrentes. Tomé un libro de fotografía, uno de “Históricas
Teleológicas”,
y me senté en la mesa con iluminaria oxidada.
Observé las primeras imágenes.
Identifiqué ciertos lugares de la ciudad. En ninguno asomaba una fuga de color
aparte del gris, estética apropiada para un modelo absurdo y ya destruido.
Aunque es un exceso arquitectónico, la biblioteca resultó menos molesta de lo
mencionado en las clases de ‘Autoestima’. Decidí quedarme hasta revisar
algunos apartados del libro sobre la guerra civil, el asesinato de los tres mil
empleados bananeros, la muerte del Caudillo, La Contra-revolución, las tomas y
las retomas, la violencia de los colores y las bombas lanzadas a los edificios
por motociclistas jóvenes. Al final había un capítulo, ‘Perspectivas’. Detallé
un dibujo con anotaciones referentes a la ciudad en un futuro, mi presente, el futuro
de los cadáveres. Nada anormal encontré, eran posibilidades de un proyecto
masivo. Lo sabemos: es nula la relación con nuestra realidad. La
sociedad anterior basó sus rituales informáticos en este monumento al tugurio,
al desborde, al basural,
y
ese trabajo fotográfico pertenecía a otra colección, no a la de “Históricas Teleleológicas”, pertenecía, no
tengo duda, a los ejemplares de “Horror Cósmico”. Ahí lo dejé.
"Los muertos del futuro". Eso somos, ni más ni menos, apreciado Eskimal. Tan cierto como que llevamos un esqueleto por dentro.
ResponderEliminar¿Es necesario más horror cósmico?
Maestro, a veces pienso que el horror cósmico no es un juego de la ficción sino una percepción muy clara de lo que es nuestra vida, nuestro paso por este tiempo, sobre todo. Yo no sé si Kafka leyó a Lovecraft, no creo, pero esos dos personajes nos han sacudido.
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