Hubo una campaña que advertía sobre los peligros
citadinos. En una serie de carteles cualquier persona leía mensajes de
precaución por calles sin alumbrado, taxímetros alterados, vendedores de San
Andresito, soborno a policías, atracos en buses, mimos insistentes y sindicatos
religiosos. El objetivo era describir los incidentes, verificados con la
metodología observación participante, característicos de algún espacio. Donde
había un cartel, algo pasaba. Traemos un ejemplo:
Aquí trabaja Tijeras
Si usted recorre esta cuadra sin cruzar la calle,
conocerá al llamado Tijeras, hombre de generosas palabras y diestro en el
manejo de armas punzocortantes. Es posible verlo sonreír al acercarse y saludarlo,
después tendrá su beneplácito para hurgarle los bolsillos. Crea, así será. El
Tijeras sabe correr, pero no se marcha sin despedirse y garantizar un buen día.
Aunque la inseguridad aumentó, las personas avalaron
la campaña y enviaron cartas al Gobierno Municipal, anhelando mejorar el
contenido de los avisos. En algunas misivas se hacía hincapié en la falta de
información sobre Tijeras, quien, según la opinión ciudadana, era un joven de
hablar lento, engalanado con una gorra de los Chicago Bulls ocho rayas original
y tenis Nike cámara de aire, e innovador en la
fabricación de cuchillos caseros, hechos con bisturí y cinta aislante.
Pero gracias a las políticas de transparencia, los
publicistas encargados de la campaña reestructuraron cuanto pudieron. Semanas
después, la misma pieza comunicativa, en el mismo lugar, decía:
¡Cuidado!, posible maleante
¡No recorra esta calle! Puede ser víctima de ladrones
inescrupulosos que podrán amenazarlo con el objetivo de usurparle sus bienes
personales, e intentarán lesionarlo de gravedad. ¡Deténgase! El bienestar de
los votantes nos importa. Tenga usted un buen día.
Nadie bajó. Las personas que entablaron cierta
relación con Tijeras descartaron volverlo a ver. El objetivo se cumplió, y la
ciudadanía pidió explicaciones al Gobierno Municipal por no solucionar los
problemas detallados en los carteles. Tras arduas reuniones de trabajo del
Concejo local en una sesión cerca de un balneario, se decidió cancelar el
financiamiento de la campaña y reducir la nómina de publicistas, claro,
impulsando la experiencia “rebuscadora” de los profesionales veteranos en la
competencia laboral. ¿Y Tijeras? No tuvo de otra: interpuso una tutela por
falta de apoyo del Estado para desarrollar su oficio con las mejores garantías.
Un abrazo y una sonrisa. Bien por su pluma y por usted
ResponderEliminarGracias Carlos. ¿Qué anda haciendo ahora? ¿Sigue en la maestría?.
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